Reseña
Cuando se asentaron permanentemente los visigodos en Hispania, tras cerca de un siglo interviniendo militarmente bajo los designios del debilitado Imperio romano o el de su propio reino establecido en Tolosa, heredaron bajo su tutela una sociedad ya organizada y estructurada a partir de una configuración urbana, que durante siglos ejerció como soporte efectivo del mecanismo administrativo imperial. La creciente influencia del cristianismo se dejó notar en el entramado urbano y rural, tanto en su arquitectura como en sus mecanismos de poder, y el peso del catolicismo supuso a la larga un condicionante que la élite visigoda, tradicionalmente arriana, no pudo ignorar.