Reseña
¿Qué debe nuestro mundo contemporáneo al mundo de Grecia y Roma? ¿Qué lazo nos une con Homero y Virgilio, con Píndaro y Horacio, con Cicerón y Plutarco? Los hombres del Renacimiento no necesitaban preguntárselo: la atmósfera en que ellos vivían estaba saturada del hálito de la Antigüedad, pues el Renacimiento, en la literatura, no fue en gran parte sino una resurrección del admirable pasado de Grecia y Roma. Pero el hombre moderno, envanecido por sus adelantos técnicos, necesita plantearse esas preguntas. Es lo que hace este libro de Gilbert Highet. Nuestra deuda para con el mundo clásico, el lazo que con él nos une, los bienes espirituales que de él hemos recibido: tales son sus temas.
Ni el griego ni el latín -dice Highet- son lenguas muertas, puesto que, directamente o a través de las traducciones, dicen todavía su mensaje, deleitan, inquietan, conmueven y apasionan todavía a sus lectores. Y, lo que es más importante, los grandes libros griegos y latinos han sido un estímulo y un desafío para los escritores modernos. En la respuesta a ese estímulo, en la tarea de emulación y recreación ha consistido la grandeza de innumerables obras del pasado y de nuestros días: Shakespeare reelabora a Plutarco en Julio César y en Antonio y Cleopatra; fray Luis de León traduce a Horacio para luego competir con él; Montaigne y Quevedo cosechan a manos llenas en la mies de Séneca; Góngora talla delicada y minuciosamente en su Polifemo, un diamante encontrado en Ovidio; Shelley acude a los bucólicos griegos para componer el mejor de sus poemas, el Adonais, Anouilh reinterpreta a los trágicos atenienses, como entre nosotros lo hicieron don Miguel de Unamuno y don Alfonso Reyes. Tradición y creación individual: tales son las dos grandes fuerzas que mueven la literatura. Y la tradición clásica ha sido y es, una de las más poderosas.
Gilbert Highet traza la historia de esta deuda de las literaturas modernas para con las literaturas clásicas, desde la remota Edad Oscura hasta los tiempos presentes, pasando por la Edad Media, el Renacimiento, la era barroca, la era revolucionaria o romántica y el siglo XIX. Para la versión que ahora se publica el autor ha corregido y adicionado especialmente la edición original, con las referencias más necesarias a las letras españolas y que en ella se echaban de menos.