Reseña
Durante el siglo XVIII, una de las mayores preocupaciones de los ilustrados españoles fue la precaria situación en la que se encontraba la educación de la población, especialmente la de los jóvenes. En las primeras décadas del siglo apenas existió una literatura especializada destinada a este fin, aparte de los libros de enseñanza que se utilizaban en las escuelas, pero con el paso de los años fue aumentando de manera notable la publicación de "libros educativos, instructivos y recreativos compuestos, traducidos o reeditados" para uso específico de los jóvenes y "aprovechables por ellos sin esfuerzo". Un ejemplo de este tipo de literatura lo tenemos en la obra Definiciones y elementos de todas las ciencias: obra útil para la educación de la juventud, editada por el librero Miguel Copin en 1790. Esta edición es una fiel reproducción del ejemplar conservado en la Biblioteca de la UNED.