Reseña
La presencia de los Barca en Hispania ha sido mirada con desgana por la tradición historiográfica española y extranjera, partiendo del hecho, innegable por otra parte, de que se trata de un episodio breve en la milenaria historia en la que se inscribe -apenas 30 años, del 237 al 206 antes de nuestra era- y lastrado hasta la exasperación por el hecho de haber representado la antesala de un acontecimiento tan descomunal para Hispania, desde todos los puntos de vista, como la conquista de Roma.
Desde hace unos años se empieza a mirar a los cartagineses de otra manera, una atención brotada en el campo mejor abonado de ciencias históricas más maduras, en el que han crecido particularmente las investigaciones arqueológicas, basadas en testimonios y huellas materiales que no desaparecieron de un legado cartaginés que sí quedó tan borrado en las páginas de su tradición literaria.
Se ha ido imponiendo la búsqueda de respuestas adecuadas a preguntas progresivamente más atinadas, cuando los análisis históricos, contando con una gama de fuentes mucho más rica, empezaban a preguntarse por las realidades profundas más allá de lo meramente evenemencial, campo histórico fundamental o casi exclusivamente abonado y roturado por los vencedores históricos (Roma), para demérito de los vencidos (Cartago).