Reseña
Las crónicas rusas de Sender son una inmersión de primer orden en la cenagosa historia del siglo xx.
Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado por la Internacional Comunista ¿Komintern¿, visitó la URSS, un país que llevaba a cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno, dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.
En los años veinte y treinta del siglo pasado, fueron muchos los escritores, periodistas y políticos españoles los que emprendieron las que Ernesto Giménez Caballero denominó «romerías a Rusia». La nueva Unión Soviética, la «inédita construcción del paraíso socialista sobre las ruinas del más vetusto de los regímenes»...