Reseña
A finales de los años treinta, París era la capital cultural del mundo.
Pero cuando el 14 de junio de 1940, el ejército de la Alemania nazi entró en París sin hallar resistencia, algunos se suicidaron, como Joseph Roth; otros huyeron para encontrar la muerte más adelante, como Irène Nemirovski; otros pasaron a la clandestinidad y se sumaron a la resistencia; la gran mayoría intentó seguir viviendo y desarrollando su obra. Bajo el nazismo, la actividad cultural de París se mantuvo en todo su apogeo.
Al constatarlo surgen una serie de preguntas: ¿Cómo abordaron artistas e intelectuales el peor momento político de la ciudad en todo el siglo XX? ¿Acaso el talento y el estatus trajo consigo una mayor responsabilidad moral? ¿Es posible que una cultura floreciera en ausencia de libertad política?