Reseña
«Ya se divisaba la ría, hinchándose, invadiéndolo todo con la subida de una marea de plenilunio, inundando sus vegas pintorescas y sus orillas festoneadas de piedrecitas menudas, chatas y brillantes que, al contacto del sol de julio, abrasador y espléndido, a pesar de encontrarse en el decline de su majestuosa carrera, despedían reflejos semejando pedazos de vidrio esparcidos por una mano cómplice de la naturaleza».