Reseña
A través del diálogo que establecen Paladini, teniente de la Armada Argentina, y el piloto Yonorino, muy experto en la cultura de las aves, conocemos el acta de acusación del Orestes polar: en el Antártico, el pingüino en quien se había encarnado Orestes tuvo que asesinar también a su propia madre. Con aquella repetición se castigaba a sí mismo en la atmósfera más oscura y fría del mundo. Desde que mató Orestes a su madre, en Atenas, había vivido en un estado de frialdad y oscuridad semejante, y sólo podía encontrar de nuevo su propia presencia arrepentida y el vigor natural de sus sentidos criminales repitiendo el hecho en las condiciones físicas congeladas que correspondían a las de su conciencia.