Reseña
En 1989, el Diari de Barcelona encargó a Quim Monzó una serie de crónicas sobre la caída de los regímenes comunistas en Checoslovaquia y en Rumania. Ceausescu acababa de ser ejecutado cerca de Bucarest, y, en Praga, la Revolución de Terciopelo llenaba las calles. Monzó paseó por ambas ciudades y sus artículos son ahora testimonio del escepticismo con el que conviene tomarse la retórica grandilocuente que acompaña siempre los acontecimientos históricos. Desde entonces, Monzó ha viajado a otros lugares en conflicto: a Nueva York, la misma semana que, el 11 de setiembre del 2001, dos aviones se estrellaron contra el World Trade Center; a Israel, la primavera del 2002, durante una de las grandes oleadas de atentados suicidas.